Nacer mujer supone tener más posibilidades de vivir en la pobreza, ser marginada y ser más vulnerable a la violación de los derechos fundamentales. La pobreza tiene nombre de mujer: más de 500 millones de mujeres son analfabetas, más de 40 millones de niñas no van a la escuela, más de medio millón de mujeres mueren cada año durante el embarazo o el parto, hay más mujeres infectadas de sida, las mujeres poseen el 10% de los recursos mundiales, aunque aportan dos terceras partes de las horas de trabajo y sólo poseen el 1% de los medios de producción… Cifras alejadas de la declaración para luchar contra la discriminación y la desigualdad de géneros que se firmó en 1995 en la Conferencia de Pekín sobre la Mujer.
En el Día Internacional de la Mujer, que se celebra el próximo 8 de marzo, desde MISIONES SALESIANAS, pedimos a los gobiernos y organismos internacionales que
sigamos luchando contra la desigualdad que sufren las mujeres, sobre todo, en los países empobrecidos.
El papel de la mujer es fundamental en el desarrollo de los pueblos y la lucha contra la pobreza. Desde MISIONES SALESIANAS, creemos que la educación de las mujeres y de las niñas es fundamental para romper el círculo de la pobreza. Una niña que acude a la escuela, tardará más en casarse y tener hijos, cuando los tenga sabrá cómo cuidarlos, mejorará la higiene y la alimentación familiar, participará en la toma de decisiones y conocerá sus derechos y obligaciones como ciudadana. Educación para niñas, apoyo a niñas de la calle, alfabetización para mujeres, maternidades, actividades y charlas para darlas a conocer sus derechos, formación de lideresas locales… son algunas de nuestras acciones. Para MISIONES SALESIANAS, la educación de niñas y mujeres es clave para favorecer su autonomía y para que tengan voz propia. “Educar a una mujer es educar a un pueblo”.
