Con ocasión de las Navidades de 1872, el 20 de diciembre, Don Bosco recomendaba escribir a los padres y bienhechores de los chicos del Oratorio. <<Es mi intención y mi deseo que lo hagáis. ¿Tuvisteis vacación el jueves? (Gritos espontáneos de: ísí! y íno!). Pues bien, mañana sábado, no se dé trabajo para el domingo en aquellas clases en las que todavía no hubo vacación; dése en su lugar como deber de clase esta carta y los profesores hagan un esbozo de la misma ¡FELIZ NAVIDAD 2014 Y
En la carta a los bienhechores no dejéis de poner estas precisas palabras: “Doy las gracias a usted... por su bondad y todas las atenciones que tuvo conmigo; en las próximas Navidades no dejaré de pedir a Dios Nuestro Señor que derrame sobre usted sus bendiciones, le dé salud y prosperidad en sus asuntos temporales, y, sobre todo, le conceda después la eterna bienaventuranza en el Cielo”. Tened por cierto, hijos míos, que estas palabras causan siempre buena impresión en quien las recibe, porque dicen: -Mira cómo éste, no sabiendo hacer por mí, me desea de corazón todo lo que más puedo y debo desear..
En estas fiestas estemos alegres en hora buena; saltad, reíd, pero pensad también en el gran misterio que se está realizando: “¡Un Dios que se hace hombre!... Es preciso, no cabe duda, que nuestra alma sea algo muy grande cuando los Cielos y la tierra se conmueven, y todo un Dios viene a hacerse niño precisamente por mí”, debe decir cada uno de nosotros. No nos pese, pues, hacer alguna pequeña mortificación por Él...>>
Celebramos en Navidad, como muy bien nos indica Don Bosco, el gozo de la Encarnación del Señor. Dios se ha solidarizado con nosotros y nos ha abierto un futuro nuevo, un horizonte de esperanza y de sentido. Somos grandes a los ojos de Dios. “Estemos, pues, alegres en hora buena”
En Jesús, la Palabra de Dios se ha hecho historia y ha hablado el lenguaje de los hombres colmando las aspiraciones más hondas del ser humano. Dios nos ha dado el modelo de Nueva Humanidad: Aquel en quien podemos mirarnos en nuestro camino de crecimiento como personas hasta la plenitud de hombres y mujeres logrados según el corazón de Dios
Este Misterio de la Encarnación está a la base de nuestra vocación salesiana como educadores y evangelizadores de los jóvenes, la familia y las clases populares. En él hunde sus raíces nuestra acción educativo-pastoral mediante la cual nos hacemos colaboradores de la obra de la salvación que tiene su culminación en el Misterio de la Pascua. No hay vocación que tenga, como la educación y la evangelización, un fundamento tan sólido en la Encarnación del Verbo
Por ello podemos decir con tanta profundidad y sentido:¡FELIZ NAVIDAD!
LA BENDICIÓN DEL SEÑOR EN EL NUEVO AÑO del BICENTENARIO DE DON BOSCO 2015!
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¡Feliz Navidad!
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