Divididos en clases según el nivel en el que se encuentra cada animador han vivido unos días de intensa formación. Prácticamente ocho horas al día participando de los diferentes cursos.
Junto a la experiencia académica-formativa la vida cristiana ha sido animada con un ritmo constante de oración y con la celebración diaria de la Eucaristía.
Una novedad de este año ha sido la incorporación de dos cursos específicos de teología y salesianidad como formación permanente destinada a animadores mayores, profesores y salesianos cooperadores.
También hemos podido contar durante dos jornadas con la presencia de los pre-animadores que han participado en una serie de cursos propios para su edad. Con su llegada hemos aumentado el número de participantes hasta algo más de 250 jóvenes.
Después de la realización de la mayoría de las actividades inspectoriales de verano en el mes de julio, la escuela sigue siendo un momento ideal para seguir creando conciencia inspectorial, compartir experiencia, vida y oración, y sobre todo seguir formándose para la misión que cada uno desempeña durante el curso como animador salesiano.